jueves, 5 de junio de 2008

Murio de pie


Esa pelota perdida por Dátolo, a 15 del final, marcó la imagen de Riquelme en el partido. En plena contra de Fluminense, Román corrió y corrió para intentar marcar esa salida veloz de los brasileños. El conductor estrella, líder dentro y fuera, puso ese plus para compensar , justamente, una descompostura traicionera que no le permitió entrenarse en los últimos días. Lo logró porque mostró, por momentos, el temple que muchos le reclaman. Pero no pudo brillar en lo que más sabe: jugar al fútbol. El partido de anoche de Román en el Maracaná fue uno de los más flojos de esta Copa.

Con sus ganas, no logró emparejar esa desigualdad física que mostró producto de la inactividad de esta semana. Si bien de sus botines siempre hay algo de magia para esperar, a Riquelme le costó hacer pie. A tal punto que apenas pateó un tiro libre (en el primer tiempo), que se fue muy alto y después no ejecutó --llamativamente-- ninguna de las pelotas detenidas de su equipo. Síntoma inequívoco de que no estaba 100% apto para rendir en su plenitud.

Igual, mostró destellos que sirvieron para poner de cara al gol a sus compañeros. En uno, peinó una pelota para Dátolo y éste prefirió el tiro directo y no una pared más elaborada. En otro abrió para Ledesma y éste optó por el tiro recto, algo que Román le recriminó con gestos ampulosos. En otro más, fue a jugar de punta por la pegajosa marca de Arouca y generó una chance de gol que Palermo, de derecha, hizo sufrir a más de un carioca. Pero, más allá de esas cuestiones puntuales, su partido no será para recordar.

En plena ronda de lamentos de los jugadores de Boca en el medio de la cancha, Riquelme mordió su camiseta y se fue, solo, por el túnel hacia el vestuario. Triste y solitario final.

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