lunes, 22 de septiembre de 2008

¿Resta Mas De Lo Que Suma?


Boca cayó frente a Tigre, perdió el invicto en la Bombonera y su responsable creativo volvió a exhibir más fallas que virtudes; fue reemplazado y algunos de sus compañeros ya se sienten condicionados por sus reproches en la cancha

Juan Román Riquelme siempre es noticia. Quizás haya una cuota de injusticia en que su figura resulte foco de debates, pero es cierto, también, que a los virtuosos -como él- habitualmente se les exige más de lo normal. De los futbolistas con categoría y símbolos de sus clubes se aguarda la excelencia. Su alicaído estado atlético y deportivo fue tema de explotación continua durante las últimas semanas; incluso, en la conferencia de prensa del viernes pasado, en Casa Amarilla, el conductor de Boca, Carlos Ischia, se alteró cuando se vio obligado a responder sobre el bajón del responsable de la creación xeneize.

Con la inesperada caída de ayer frente a Tigre, en la propia Bombonera, la merma en el rendimiento de Román quedó mucho más en evidencia. Porque más allá de que las frías estadísticas indican que desde que el hombre nacido en Don Torcuato regresó de los Juegos Olímpicos Boca no triunfó con su presencia en el campo -cuatro partidos: tres empates y una derrota-, muchas manifestaciones de JR hacia sus compañeros comienzan a ser preocupantes y, sobre todo, perjudiciales.

"No hay que dramatizar", reclamó el jugador, de 30 años, no bien consumada la derrota 3-2 ante el conjunto dirigido por su ex compañero Diego Cagna. Pero algunos de sus síntomas públicos son, realmente, para abrir interrogantes. Si bien su clase técnica no está en discusión y con un simple toque dejó a varios jugadores cara a cara con el arquero rival, ayer transitó el césped con cierto fastidio. En cada desacierto de sus compañeros no ocultó su desagrado, con gestos parcos, miradas penetrantes y muecas ampulosas.

Por el momento, en plena competencia, ninguno lo reconocerá públicamente, pero varios integrantes del grupo auriazul se sienten condicionados con ciertas actitudes del número 10. Algunos, sobre todo los más jóvenes e inexpertos, se incomodan con las insistentes indicaciones de Román. Jesús Dátolo, por ejemplo, parece obligado a pasarle la pelota a Riquelme y ello le quita protagonismo y vuelo . Lucas Viatri, asimismo, todavía no logra comprender dónde le llegarán las asistencias del enganche y, ayer, hasta pareció bajonearse luego de algunos reproches del estratego.

Algo está claro: en este estado, Riquelme es perjudicial para el equipo y debería tomar un poco de oxígeno. Ante Tigre fue anticipado en varias oportunidades y sucedió algo poco usual: fue reemplazado en la segunda parte (por Leandro Gracián). Durante su salida no recibió la ovación que suele gratificar sus oídos; incluso el público aplaudió mucho más a Sebastián Battaglia cuando se fue expulsado.

"No me pongo a pensar si a un jugador lo aplauden o no, ésa no es mi función", se irritó Ischia. Pero algo quedó en evidencia: en esta versión, Riquelme resta más de lo que suma.

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