sábado, 19 de julio de 2008

Es Tuya Juan


Juan Román Riquelme llevará la 10 de la Selección Olímpica. Messi que está por usar ese número en el Barcelona, seguirá con la 18.

Ayer, el día después de enterarse que el Barcelona planea darle la número 10 blaugrana a él, Lionel Messi le dedicó parte de su jornada a lo que se le viene, los Juegos Olímpicos. Sí, aunque el Barsa insista con retenerlo (ahora, el nuevo argumento es que hay un reglamento "superior" a la orden de la FIFA de ceder a los Sub 23 que es que el torneo olímpico no está en el calendario oficial), Leo piensa en Pekín. Y por eso por la mañana concurrió al Hospital Clínic de Barcelona para aplicarse la vacunación requerida para viajar a China (contra la hepatitis B y otras enfermedades) y ya tiene confirmado su ticket de avión para viajar a Japón, donde se unirá al equipo de Sergio Batista, que el 29 jugará un amistoso ante el local.

De lo que el Pulga se enterará hoy es que la otra 10, la de la Olímpica, la llevará Juan Román Riquelme. El Checho le dio ayer a Olé una confirmación. Como ocurrirá en Barcelona con la 10 de Leo, que deberá ser confirmada por la plantilla en la intimidad del vestuario, en este caso Batista les dejó la potestad de tomar esa decisión a los jugadores. "Ellos lo manejaron a su gusto. No soy de meterme en esas cosas, ni siquiera con la 10. Se lo dejo a ellos. Yo confío mucho en los jugadores, que se expresen como desean, siempre que manejen la disciplina que tiene que existir, obvio. Pero el tema de los números lo manejaron ellos. Todos eligieron los suyos y bueno, así va a salir", explicó el Checho.

Así, mientras Messi mantendrá el 18 que utiliza con Basile (son 18 en el plantel olímpico, por lo que no podría optar por el 19, que en la Mayor usa Cambiasso), a Román le queda la camiseta más deseada y la cinta de capitán. Son señales fuertes hacia el exterior, pero que de ningún modo implican que todo el liderazgo y la responsabilidad recaigan sobre JR. Batista apuesta a un doble comando, a una conducción compartida dentro del campo y a una convivencia lo más adulta posible fuera. Y en la intimidad, algunos allegados deslizan que considera más desequilibrante al chiquitín rosarino. En todo caso, campeón del mundo como al fin es, Checho maneja la situación con sapiencia. Y le da a una personalidad más demandante, como la de Riquelme, los símbolos por los que, por ahora, Messi no se desvive.

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