domingo, 3 de agosto de 2008

De Los Amantes A La Antigua


Todas las personas actúan de manera diferente frente a determinados actos de la vida. Eso no los hace mejores o peores. Simplemente tienen una visión distinta de acuerdo a las circunstancias o a lo que les dicte la conciencia. En el caso de Juan Román Riquelme nadie discute sus innegables condiciones futbolísticas. Ese rasgo técnico lo hace un diferente, un elegido. Pero afuera de la cancha también tiene su perfil alto. Es de esas voces que se escuchan, que imponen respeto, que no se guardan lo que piensa. Así está hoy el número 10, todo un símbolo en la camiseta argentina. Es el líder de este grupo. El que conduce el sueño olímpico y el que tiene la responsabilidad de aunar a las jóvenes promesas y a las realidades que van tras la medalla dorada.

"¡Román vení!". El grito del Checho Batista en el amplio lobby del hotel Huating viene acompañado por su mano derecha levantada abanicando el llamado. Técnico y capitán pasan casi media hora entre charla y café expresso. "Yo a Román lo trato como me trataba el Viejo Labruna a mí en Argentinos Juniors. Hablábamos de todo, jugábamos a las cartas y la pasábamos bien", comentó después el técnico de la Selección. Y en ese aspecto, Román es un jugador antiguo. Nada de Play Station, de jueguitos electrónicos, de Ipod o MP4. En la pieza que comparte con su amigo Mascherano siempre hay lugar para la charla y para el mate, para el fútbol (Riquelme es un fanático de todo lo que entrega la televisión en cualquier parte del mundo) y para la cumbia. "Está chocho. Sumando todo el tiempo. Habla muchísimo con los pibes. Y tiene una fe ciega de que van a ganar la medalla", confió una fuente de la delegación. Román es un poco el papá de todos. Fabián Monzón, por ejemplo, contó que "a mí me ayudó muchísimo dentro y fuera de la cancha. En lo futbolístico, me hizo crecer porque él juega mucho con los laterales, especialmente por el que subo yo. Me dice las proyecciones que tengo que tener, en qué momento pasar, en qué momento no. Es una gran ventaja tenerlo a él porque es un tipo con experiencia que vivió casi todo dentro del fútbol". Román hace con Monzón lo que hizo con Clemente Rodríguez en el Boca campeón de todo.

Claro que el gran desafío que tendrá Riquelme no es sólo ayudar a los más chicos a crecer, sino terminar de cristalizar esa sociedad futbolística con Messi que el mundo de la pelota reclama para sentar las bases de la esperanza en el Mundial 2010. Sociedad que hasta ahora funcionó en cuentagotas. "En la Copa América de Venezuela anduvimos bien. Estaban todos felices y nosotros también. Si jugamos bien, juntos, ahí ¿por qué no lo podemos hacer aquí en China?", se pregunta el propio protagonista. Riquelme más Messi es igual a pausa más vértigo. Y aunque el fútbol no es una ecuación matemática sirve para entender que Batista apuesta a la convivencia en todo sentido entre sus dos megaestrellas. "Yo a Lionel lo quiero como ayudante de Riquelme en la organización del juego del equipo. Que no se quede estático en la derecha si no va la pelota por ahí. Que se mueva más por el medio, entre Román y Agüero. Espero disfrutarlos viéndolos jugar", ya anticipó el técnico.

Mucho se habló de Riquelme y Messi en los últimos tiempos. Y no precisamente de lo que pueden entregar dentro de la cancha, sino de la relación entre dos personalidades que imponen luz propia. "No somos amigos por una cuestión de edad. Pero tenemos una buena relación basada en el compañerismo", dijo Leo. "Yo soy feliz jugando al lado de Messi y compartiendo un equipo con él", apuntó Román.

Hay algo que será difícil que Messi le saque a Riquelme: el 10 es el dueño de todas las jugadas de pelota parada. Los córners, los tiros libres y, también, las cuatro o cinco jugadas ensayadas. Y hay algo que será difícil que Riquelme le saque a Messi: en un abrir y cerrar de ojos, el de Barcelona puede transformar una jugada sucia en una genialidad.

Lo importante es que un líder sabe que el objetivo grupal está por encima de las veleidades personales. Y a Riquelme le sobra inteligencia como para obviar que Argentina no puede darse el lujo de no saber aprovechar a estos dos virtuosos de la pelota.

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